Habitar la vida por Belu Ugalde

Hay una percepción un poco rígida de los hábitos, en una época en la que el bienestar integral se ha convertido en algo tan importante, se ha desarrollado la creencia de que los hábitos son una lista de cosas que se DEBEN hacer para mantener o lograr ese estado de bienestar, siento que se ha desarrollado una ecuación bastante generalizada de lo que todos deberíamos estar haciendo. 

Pienso que los hábitos se han convertido en un pre requisito para una buena vida o una exigencia carente de potencia, ya que se plantea desde la idea de totalidad, TODOS debemos integrar hábitos, repetir rutinas por el simple hecho de que ha sido nombrado como algo que hacen las personas que quieren estar bien. 

Y no estoy en contra de los hábitos, solo considero que debemos generar un pensamiento crítico y capaz de cuestionar para poder generar reflexiones profundas sobre lo que se nos exige hacer. Establecer hábitos es necesario para poder sostener nuestro auto cuidado, sin embargo, hábitos sin conciencia, ósea hábitos sin habitar la vida son solo un requerimiento autómata, una nueva versión del piloto automático. 

Habitar la vida es establecer rutinas, hábitos, formas de vida conscientes y coherentes con mi realidad, con lo que hago, a lo que me dedico, con mis objetivos de vida, con mis creencias, valores, metas, deseos. 

Habitar la vida es preguntarme por mí mismo, hacer una elección diaria para poner como prioridad las cosas que a mí como individuo me hacen bien; esta perspectiva plantea retomar la mirada hacia adentro, hacia nosotros mismos permitiéndonos establecer formas de vida que sean coherentes con nosotros y con nadie más. 

Creo firmemente que el beneficio del establecer estos hábitos se revela cuándo podemos ver en nuestra propia realidad su bondad reflejada. 

Y esto me lleva a pensar en una frase que vengo repitiéndome ya algún tiempo “ritualizar la vida”, al inicio esta frase me sonaba bastante sagrada, espiritual y reveladora, pensaba en cómo hacer de cada una de mis experiencias algo transcendental, algo que valga la pena ser vivido, contado; que mis experiencias tengan entonces un significado mayor, tal vez alguna conexión universal. 

Pero con el tiempo esta frase se ha vuelto tal vez un poco más asentada, lo único que busco al repetirme una y otra vez estas palabras es que cada experiencia, hábito que incorporo en mi vida tenga un sentido para mí, que cada una de mis elecciones pueda ser ejercida en total presencia, tal vez un intento por sacar de mi vida todas los rastros de automatismo, y ejercer en conciencia cada una de las cosas que hago, todo lo que tomo o dejo que sea para darle sentido a mi experiencia de vida. 

Entonces las listas de hábitos y deberías están empezando a desaparecer.